Los síntomas pueden aparecer a cualquier edad, aunque el inicio suele ser más frecuente en la infancia y en la juventud, y tienden a persistir en el tiempo.
La sintomatología es muy similar a la producida por los cuadros infecciosos virales (catarros), y consiste en afectación naso ocular (estornudos en salva, picores en la nariz y en los ojos, enrojecimiento ocular, lagrimeo, hidrorrea y congestión nasal) y ocasionalmente tos y asma.